jueves, 19 de junio de 2008

OPINION DE UN PADRE SOBRE LAS ADICCIONES

La adicción es un estado de dependencia a algo. Aunque generalmente se refiere al alcohol, las drogas y los juegos de azar, hay muchas otras adicciones, por ejemplo la pornografía. El adicto adquiere un aumento de tolerancia a la sustancia, pero también queda atado al hábito de consumo. Experimenta una creciente dificultad para dejar la droga, sustancia o experiencia. El miedo a los síntomas de retiro de la sustancia es el mayor obstáculo, aún para personas que están convencidas, en el campo moral, que debieran de superar la adicción.
Los programas de recuperación seculares ofrecen algunos medios positivos, pero solos no pueden llegar a la raíz espiritual del problema. El hombre es criatura y depende de Dios. Sin Dios el hombre queda vacío y termina dependiendo de otras cosas. Sólo un retorno a Dios puede verdaderamente liberar al hombre. El hombre sin Dios no tiene las fuerzas para liberarse. Dios puede actuar por medio de programas seculares para ayudar a la recuperación pero, sin una apertura a Su gracia, el alma seguiría vacía.
El Papa Juan Pablo II intervino en el tema de la adicción en más de 360 ocasiones. Cristo ha venido a sanar al hombre cuerpo y alma. El estudio de la adicción ha contribuido a desarrollar la teología moral Católica en cuanto a comprender la culpa subjetiva. El adicto pierde el control de su vida y necesita insertarse en un cuerpo donde experimente el amor de Dios. Solidaridad: esta necesidad del convivir con otros en un ambiente con fundamentos cristianos de moral es necesario para todo ser humano. Comprender esto ha hecho posible un mejor y más efectivo cuidado pastoral de los adictos.
El Espíritu Santo ha suscitado varios movimientos apostólicos en la Iglesia que ministran a los adictos. El ministerio Nueva Vida en Miami USA ha llevado a cientos de personas a la total liberación de la adicción. El fundamento de su efectividad está en un profundo encuentro con Cristo que comienza en un retiro de conversión para los adictos y sus familiares. Allí se proclama el poder liberador de Jesucristo, Nuestro Redentor Todopoderoso, que se hace presente en la Iglesia a través de la Reconciliación, la Eucaristía y la oración de los hermanos. La conversión lleva a una toma de conciencia de lo que significa ser bautizados e ilumina la mente sobre el sentido de la vida. Esta gracia requiere humildad y perseverancia para continuar cultivando la vida nueva, es decir en una vida de práctica cristiana. Muchos adictos continúan en Nueva Vida ayudando a otros mientras que otros hacen su ministerio en las parroquias. El ministerio de Nueva Vida se ofrece totalmente gratis.
Los hermanos de Nueva Vida se reúnen regularmente como lo hacen los Alcohólicos Anónimos y otros grupos pero su compartir es fundamentado en la fe en Cristo y en comunión con la Iglesia Católica.
-Padre Jordi Rivero
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